En el año 1999 Zona Bananera fue decretada como municipio por parte del departamento de Magdalena. Sus casi 50mil hectáreas ubicadas a 87 kilómetros al sur de Santa Marta y compuestas principalmente por los corregimientos de Ríofrío, Orihueca, Guacamayal, Guamachito, Tucurinca, Soplador, Palomar y Sevilla,
lograron segregarse de Ciénaga, municipio al cual pertenecían. Fue una lucha de acción popular que le permitió a este territorio diferenciarse de una zona y consolidarse como un municipio. Hoy en día el mismo es sinónimo de producción de banano sostenible y cuna de muchos pequeños productores que por generaciones han tenido un estrecho vínculo con este producto. Uno de ellos, Albeiro Alfonso Cantillo, para muchos ‘Foncho’, para otros simplemente Albeiro.
En medio del corregimiento de Riofrío, lugar en donde el color verde de las plantaciones bananeras se interpone a los rayos incesantes del sol y al marrón de las carreteras destapadas, se extienden Ana María y María Mercedes, fincas productoras de banano sostenible –cuyas propiedades pertenecen a Foncho y a su hermano desde hace más de 25 años—las cuales venden este producto a Unibán, una de las empresas comercializadoras de bananos más importantes de Colombia que es aliada a la Plataforma Comercio Sostenible.
Allí, sonriente, con una camisa polo blanca bordada con el logo de Coobafrío – cooperativa a la que pertenece– en su pecho izquierdo y unos jeans de gama azul clara, Foncho, su hermano y en general su familia esperan a sus próximos visitantes para prepararles un tinto y darles la bienvenida a estas dos hectáreas bananeras.
“Hemos recibido personas de todo lado”, afirma Foncho mientras se alista para iniciar su jornada, no sin antes explicar la historia detrás de estas fincas las cuales son un ejemplo de agricultura familiar en la región.
Según Foncho, la historia de Ana María y María Mercedes, nombres apropiados en honor a su madre y tía, se remite a los años sesenta, época en que su padre compró un lote de 2 hectáreas para construir su hogar y para continuar con la tradición bananera de sus antepasados; esa que ha representado un sustento económico para su familia y la que actualmente produce un banano respetuoso con el medio ambiente y la sociedad. Gracias a ese compromiso con la sostenibilidad, desde hace aproximadamente 4 años, más del 80% de los bananos producidos en Ana María y María Mercedes son exportados a mercados internacionales.
Luego del fallecimiento de su padre, tanto Foncho como su hermano decidieron continuar con la producción de banano; un negocio que, según él, comenzó siendo difícil pero que no sólo hoy trae frutos que alimentan a su familia y al mundo entero, sino que le permiten tener una vida más digna para él, los suyos y que además ayuda financiar los estudios de su hija mayor.
Un progreso en las fincas bananeras
Cuando los productores de Coobafrío recibieron la certificación Comercio Justo no sólo incorporaron buenas prácticas agrícolas que les permitieron tener una mayor productividad en sus hectáreas, sino que recibieron una prima adicional a sus ingresos por cada caja de banano producida bajo ese sello; algo que sin duda representa mucho para productores como Foncho que viven principalmente de este insumo.
Iván Lobo, Coordinador de Calidad y Producción de Unibán, explica que hace aproximadamente 15 años los productores de banano de la zona no practicaban las normatividades que hoy en día son indispensables para comprobar la sostenibilidad del producto, primero por falta de conocimientos y segundo porque el mercado no lo exigía
“…el trabajador con sus botas, guantes y gorros, eso hace 15 años no existía. Eso no era así. Eso que tenías que ser amigable con el medio ambiente; tu empacadora debía cumplir ciertos parámetros de seguridad, eso no existía”, asevera.
Sin embargo, Lobo añade que en la actualidad debido a las exigencias del mercado, varios productores hacen las cosas como se deben hacer. Es decir, saben cuáles son los elementos que se deben colocar para cortar, lavar, fumigar y empacar el banano; saben cuáles son las normas que deben respetar y son conscientes que el hacer las cosas bien representa mucho para ellos y sus familias.
Ejemplo de lo anterior se evidencia en la zona de lavado y empaque de las fincas de pequeños productores bananeros, como Ana María. En ellas, los trabajadores que son contratados para cumplir con estas labores cuentan con sus botas de caucho, delantal, guantes y tocas. Además, siguen las normativas de higiene y salubridad señaladas y exigidas; usan la cantidad suficiente de fungicidas y saben cuánta agua se debe usar en los tanques para limpiar y refrescar los bananos.
Vecinos y compañeros de Foncho también están comprometidos con la sostenibilidad de sus fincas y las normativas exigidas. Por ejemplo, Israel Polo y su esposa, productores de banano que también pertenecen a Coobafrío, realizan un lavado seco de este insumo, otra práctica comprometida con el medio ambiente y el uso adecuado del agua.
El fruto de la sostenibilidad
La apropiación de prácticas sostenibles, el amor por su trabajo y el orgullo de un negocio que heredó de su padre, significó para Foncho, en 2014, ser la figura internacional de la marca Comercio Justo y protagonizar una campaña que logró sensibilizar a los consumidores europeos para que compraran un banano sostenible:
Con este mensaje se generó conciencia sobre el trabajo de muchos productores bananeros en Colombia; una labor guiada por el compromiso, la unión de esfuerzos y las buenas prácticas agrícolas.
Productores como Foncho no sólo heredaron los territorios de sus antepasados para seguir con un negocio familiar; también heredaron sus conocimientos y los pusieron a prueba con las prácticas sostenibles. Esto, sin duda, ha representado mucho para que Zona Bananera y en general el sector bananero colombiano hayan impulsado su progreso, bienestar y economía; un regocijo generado gracias a la sostenibilidad.